PAUTAS DE MANEJO DE LA AGENDA

 

Tras una lesión cerebral pueden alterarse funciones cognitivas como la memoria, la planificación, la capacidad de organización, la atención, etc. La utilización de una agenda puede ser de gran ayuda para orientar a la persona en el tiempo y ayudarla a organizar de manera estructurada su día a día. Para ello es importante disponer de unas pautas generales sobre el manejo de la misma.

Teniendo en cuenta que la razón por la que se usa la agenda y que las dificultades de cada persona pueden ser diversas, es muy importante tener en cuenta la necesidad de hacer las modificaciones convenientes en cada caso y no aplicar estas pautas como un recetario. No dude en preguntar a un profesional si tiene alguna duda. 

 

Función de la agenda

Antes de comprar cualquier agenda, tenemos que valorar para qué la vamos a necesitar y así poder elegir o crear la que más se ajuste a nuestras necesidades. Hay diferentes tamaños y formatos, pueden ser de semana vista o de las que en cada cara se ve un día, puede ser como un cuaderno o un pequeño archivador en el que añadir hojas, etc. Podemos usarla de forma esquemática, sólo para citas, como diario…. De este modo, no vale cualquier agenda o cuaderno donde se pueda apuntar.

Las pautas que siguen se han hecho pensando en una agenda de papel, sin embargo muchas de ellas también podrían aplicarse a dispositivos electrónicos.

 

Importancia del hábito

Para que la agenda sea útil es muy importante que la forma de manejarla se convierta en un hábito. Cuando hacemos las cosas siempre del mismo modo favorecemos la automatización y aumentamos la probabilidad de recordarlas en el futuro. Con frecuencia se piensa que es mejor no apuntar las cosas porque así uno hace el esfuerzo de recordarlas. Sin embargo, tanto o más esfuerzo se hace cuando se apuntan, ya que uno tiene que pensar qué es lo que quiere escribir, esto supone un mayor procesamiento de la  información, lo que facilita el recuerdo futuro. En caso de que uno no se acuerde, puede recurrir a mirarlo en su agenda.

Una vez elegido el tipo de agenda que queremos, debemos familiarizarnos con ella, ver qué departamentos tiene y cómo está organizada. Podemos hacerla más nuestra poniendo nuestros datos personales y decorándola si nos apetece.

Es muy importante que usemos una única agenda, de modo que todo lo que queremos recordar esté centralizado en el mismo sitio. Si apuntamos nuestras cosas importantes en diferentes agendas o papeles, después tendremos la duda de si lo apuntamos o no y dónde.

Cómo abrir la agenda. Es útil que la agenda tenga una cinta que nos permita colocarla en el día en que nos encontramos. Algunas agendas tienen una esquina de la hoja perforada de tal forma que al cortarla también nos deja en el día de interés.

Consultar la agenda. Es muy importante que miremos la agenda 2 ó 3 veces al día para asegurarnos de que no se nos  pasa ningún detalle; así, podemos mirar la agenda por ejemplo por la mañana, al mediodía y por la noche haciéndolo coincidir con las comidas principales. En ocasiones y hasta que la persona convierta el uso de la agenda en un hábito, será necesario que el principal cuidador coloque la agenda en la mesa tras las comidas.

 

No olvidar

La agenda debe ir siempre con nosotros, para que podamos apuntar lo que queramos en cualquier momento. No vale dejarla en casa y pensar que ya lo apuntaremos más tarde, porque entonces es muy fácil que no lo recordemos. Así que las cosas debemos apuntarlas en el momento. Por esta misma razón debemos asegurarnos de llevar siempre un bolígrafo o un lápiz junto con la agenda.

 

Dónde dejar la agenda

Del mismo modo que hacemos con las cosas importantes (cartera, llaves, móvil...), cuando lleguemos a casa debemos dejar la agenda siempre en el mismo lugar, para que esté localizable y no nos la olvidemos al salir de casa.

 

Qué y cómo anotar en la agenda

Cada persona deberá valorar qué quiere escribir en su agenda. Podemos utilizar la agenda para escribir lo que hemos hecho (nos servirá como recordatorio de sucesos pasados) o para escribir lo que queremos hacer (nos servirá como recordatorio de sucesos que queremos llevar a cabo en el futuro). Nos puede ayudar a planificar nuestro tiempo y a no olvidar por ejemplo, los cumpleaños de nuestras personas queridas, nuestras citas con el médico, etc.

Podemos escribir de forma muy esquemática de modo que unas pocas palabras nos recuerden las cosas, o podemos escribir de forma más extensa, a modo de diario, describiendo lo que ha ocurrido a lo largo de ese día.

También podemos asociar una alarma a la agenda para que nos recuerde algo en un momento en concreto (por ejemplo, si he quedado con un amigo a las 5 de la tarde, puedo poner el avisador a las 4 para recordarme que ese es el momento de salir de casa para no llegar tarde).

 

En la agenda también puedo llevar un control de qué pastillas tengo que tomarme y a qué hora o de otras informaciones que yo considere importantes y no quiera olvidar.

 

Dónde y cuándo anotar en la agenda

Los compromisos o tareas a realizar se deberán escribir en el día en que tendrán lugar. Se aconseja que sean anotados en cuanto lo sepamos, para evitar olvidarlos con el paso del tiempo. Si por ejemplo tenemos que anotar una cita médica, ésta estará en el día de la cita. Si tenemos que hacer un trabajo para el día 19 de enero, deberemos por un lado, apuntarlo en ese día como fecha límite, aunque también deberemos apuntarlo unos días antes, en el hueco de tiempo en que pensemos que podremos realizarlo.

 

La agenda como ayuda a la planificación

Cuando utilizamos la agenda como forma de planificar nuestro tiempo, debemos pensar de una forma realista y escribir lo que realmente creamos que nos da tiempo a hacer en un día concreto (por ejemplo, si por las mañanas voy 2 horas a informática, deberé tenerlo en cuenta porque no podré hacer otras cosas durante ese tiempo).

Aunque a veces pueden producirse algunos cambios en relación con lo que habíamos planificado hacer (por ejemplo, que surja un cambio a última hora y uno no pueda acudir a alguna de sus citas), es importante que en principio nos tomemos como un compromiso el hacer lo planificado, porque de otro modo no tendrá mucho sentido anotar nada.

Para estar seguros de que hemos hecho lo que habíamos planeado, podemos hacer alguna marca (por ejemplo, un asterisco o subrayar de algún color en concreto) al lado de lo que escribimos que debíamos hacer. Así de un solo vistazo sabremos que cosas ya hemos hecho y cuáles nos quedan.

  Si no hemos hecho lo que planeamos, debemos buscar otro momento dentro de la agenda en el que pensemos que podremos hacerlo.

Al final de cada día podemos marcar con un círculo o tachar, el número del día que acaba de terminar y colocar la cinta de la agenda en el día siguiente. Así, la próxima vez que abramos nuestra agenda, no tendremos ninguna duda de en qué día nos encontramos.

A la hora de elegir hacer determinadas marcas, da igual si la marca la hacemos de un color u otro, si tachamos o redondeamos, si lo hacemos justo al terminar el día o en el momento del desayuno, lo verdaderamente importante es que pensemos cómo queremos hacerlo y que siempre lo hagamos del mismo modo. 

Como todo a lo que no estamos acostumbrados, el manejo de la agenda requiere un aprendizaje, que con su uso adecuado y continuado se convertirá en un hábito y nos será de gran ayuda

Fuente: Lescer, S.L.

Conceptos relacionados

memoria, recordar, agenda, planificacií³n